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LA FIGURA DEL MAYORDOMO

Todos los años, hay una persona que voluntariamente se encarga de organizar y presidir las fiestas desde las vísperas hasta el final de las cintas,  popularmente se le llama "El mayordomo". La elección del mayordomo es completamente voluntaria, es decir, aquella persona que quiera puede serlo sin que tenga que haber ningún proceso de selección ni nada similar, tan solo es necesario tener ganas de participar activamente en la fiesta. Las personas que se prestan para ocupar este cargo, lo suelen hacer por distintas razones personales, sobre todo, aquellos que le hayan pedido algún favor al santo o quieran darle gracias a este por haberles concedido alguna manda. Aunque todo esto es lo más habitual para que una persona se ofrezca para ser el mayordomo, cada uno puede hacerlo por razones muy diferentes sin tener nada que ver con todo esto.


El mayordomo toma posesión de su cargo nada más terminar las cintas. Tras finalizar las fiestas, se convoca una reunión en el salón parroquial,  de la cual saldrá el mayordomo para el próximo año. El que hasta ese momento lo había sido le traspasará "las varas" y con ellas la difícil labor y la responsabilidad de organizarlo todo para que la fiesta del año siguiente salga bien. A partir de este momento comienzan los preparativos para las próximas Luminarias.


Una vez elegido el mayordomo, este tiene la difícil tarea de escoger a dos personas que le acompañarán y ayudarán en la labor de organización de  las distintas actividades de la fiesta. A estas dos personas se les denomina " jurados". Estos jurados suelen ser amigos, familiares o bien personas de confianza del mayordomo. No hace muchos años, los jurados debían ser miembros de la misma familia del mayordomo y en años posteriores, estos tenían que ser los mayordomos, guardando así durante varios años una misma familia la mayordomía. Hoy en día ya no se mantiene esta vieja costumbre, pudiendo así ser jurado cualquier persona.


Fundamental para el desarrollo de la fiesta, es la luminaria del mayordomo. Esta deberá estar encendida, desde que comience el esperado repique de campanas a primera hora de la noche, hasta altas horas de la madrugada, para así, dar calor a los asistentes que a lo largo de toda la noche se acercarán a la flamante y fabulosa fogata del mayordomo para asistir a los numerosos  bailes y convites organizados por este. Para ello el encargado de organizar la fiesta, acompañado por sus familiares y amigos más íntimos tendrá que recoger en los montes de la Comarca de Pinares los ramos, retamas y piornos que arderán a lo largo de todas las celebraciones, especialmente, en la noche de Las Luminarias. La carga del mayordomo tendrá que ser por esto destacada sobre todas las demás.


Durante todos y cada uno de los actos de la fiesta, el mayordomo estará acompañado por sus dos jurados, este portará una vara con la imagen del Santo y un lazo rojo atado en su parte superior, sus dos ayudantes llevarán sendas varas en la mano con una cruz en su extremo superior. A demás de la labor de organizar, todos los gastos de la fiesta corren a cargo del mayordomo.


Lo primero es encargar las vísperas y la misa del día de San Antón al párroco de la localidad, una vez comenzada la fiesta, el mayordomo preside todos y cada uno de los actos de esta comenzando por las vísperas. Portando las varas el mayordomo partirá desde su casa con sus dos jurados amigos y familiares  hasta la casa del cura en busca de este, una vez reunidos todos se dirigirán a la iglesia donde se pronunciará un salmo, después de todo esto, el mayordomo con sus acompañantes retornará hasta su casa y prenderá su luminaria, que será la primera en encenderse y la última en apagarse. Alrededor de ella comenzarán en pocos minutos a reunirse caballos, burros y el mayordomo en medio de un baile con música de dulzaina y tamboril convidará a todos los participantes en la fiesta a pastas, limonada y sobre todo, al buen vino de nuestra tierra, elaborado durante el otoño  por los lugareños en las múltiples bodegas que existen en el pueblo.


Una vez concluido el convite, animales y jinetes, con el mayordomo y sus jurados como siempre a la cabeza y montados en sus mejores caballos, comenzarán la primera parte del recorrido. El mayordomo con la ayuda de Tío David y "El Gaitero" eligen una ruta improvisada que les llevará, hasta la casa del cura, donde este, dará la bendición a los animales con unas palabras y un poco de agua bendita. Antes de emprender otra vez el camino hacia la purificación mediante humo y fuego habrá otro convite, este a cargo del cura. El mayordomo deberá presidir y encabezar en todo momento el recorrido, siempre acompañado por sus dos jurados, el tambor y la gaita.

Cuando termina el paso por las luminarias, se vuelve a organizar un convite para todos los asistentes a la fiesta, una vez más, el mayordomo saca de su casa el mejor vino guardado para la ocasión y un amplio surtido de pastas.


Alrededor de su gran luminaria se organiza un espléndido baile dominado en su mayoría por jotas y pasodobles, al que las gentes del pueblo y también los visitantes están naturalmente invitados por el mayordomo.


A la mañana siguiente, día de San Antón, de madrugada despierta el mayordomo, la primera tarea de este es ir en busca de sus caballos a las cuadras donde pasaron la noche  y engalanarlos para la ocasión.


La indumentaria de los caballos consta de vistosos y coloridos ropajes a los lomo, flores típicas hechas de papel prendidas en las cabezadas y enrolladas a sus colas unas telas en tonos vivos para protegerles del calor. Una vez vestidos los animales para tan excepcional ocasión, el mayordomo acompañado de sus dos jurados subirán a sus monturas y tras tomar las varas comenzarán un recorrido por todas las calles del pueblo con "Tío David" y "El Gaitero" a la cabeza en todo momento, entonando el inconfundible y característico "San Antón ton toron". Durante este singular paseíllo visitarán hasta el último rincón de la localidad abulense, rompiendo el sueño de los vecinos al soniquete de la dulzaina y el redoblar del tamboril. Al despertar, los lugareños salen de sus casas a besar la imagen del santo, expuesta en la vara que porta el mayordomo, encendiendo los rescoldos de las luminarias que ardieron la noche anterior para darle buen humo y colaborando con un donativo que se le entrega al mayordomo para ayudarle con los gastos que supone la difícil organización de la fiesta.


Concluido el itinerario y bien ahumado el santo, los tres protagonistas de la fiesta van a buscar al párroco, al que acompañarán a una misa en honor a San Antón que se celebrará en la iglesia parroquial de San Bartolomé de Pinares. A su término la procesión (que transcurre por la Calle La Virgen, Calle Mayor y Calle Eloy Gonzalo) encabezada por tamboril y dulzaina, seguidos por mayordomo, jurados y la imagen de San Antón, portada por cuatro fuertes jóvenes, de fondo repique de campanas que dan al ambiente un inconfundible aire festivo. Al concluir la procesión el mayordomo prepara lo que será el último convite de las fiestas por este año, en la puerta de su casa, de nuevo baile a cargo de dulzaina y tamboril.  


Después de todos estos actos, el mayordomo invita a sus jurados y amigos y familiares más cercanos a comer, esto ya en un ambiente mucho más íntimo.


Las fiestas terminan con Las Cintas, la labor del mayordomo en este acto es organizarlo y donar los premios que lleve cada cinta, al terminar, se convocará una reunión en el salón parroquial de la cual saldrá el mayordomo para el próximo año.

La figura del mayordomo: Nuestros servicios
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