
LAS LUMINARIAS
La noche mágica
El día 16 de enero, todos nos encontramos nerviosos, se oye traqueteo de los cascos de los caballos en los adoquines, el pueblo empieza a llenarse de gente. Es un día especial.
A media tarde suenan las campanas, ha llegado la hora. Junto al párroco aparecen el mayordomo y los jurados, portando las varas siempre bien acompañados con el tambor y la gaita, ¡comienzan las vísperas!
Terminada la misa, la comitiva regresa a la luminaria del mayordomo, es la primera en encenderse, y despues les seguirán el resto de luminarias que se reparten por todas las calles adoquinadas de San Bartolomé de Pinares. compuestas de ramos de tomillo, retama, jara, y en general pequeño arbusto que días y en algunos casos horas antes, han recogido en los montes chicos y grandes. Empiezan aquí, las dos horas más emocionantes de la fiesta, y para muchos, de todo el año recién estrenado. Juntos se comparten limonada y pastas caseras de la tierra para todos los asistentes y se baila alrededor de la lumbre.
Se empieza a oír los primeros chisporroteos de la lumbre y empezamos a inhalar el primer humo purificador: DAN COMIENZO LAS LUMINARIAS.
A las 9 de la noche, con un repiqueteo agudo para la menor y un toque sereno, armónico y grave de la campana mayor, los jinetes se reúnen bajo el balcón del párroco, donde los animales reciben la bendición y el agua bendita para rogar que nuestros animales estén sanos el resto del año.
Una vez concluida la bendición, el mayordomo convida a todos los jinetes a pastas y limonada y comienza la procesión a caballo por las calles adoquinadas. Se humedecen los ramos, se echan ramos verdes, todo para que produzcan una densa humareda, San Bartolomé se convierte en un espectáculo de colores cálidos dignos de admirar, y el humo que purificará y librará de enfermedades a los animales durante todo el año, reina por todo el pueblo. El santo reflejado en las varas que portan los mayordomos, recorre todas las luminarias del pueblo, acompañado de todos los jinetes y del tambor y la gaita. El incansable Tío David comienza a redoblar y "el Gaitero le sigue con su “San Antón ton ton to ron...”.
El número de participantes es muy numeroso pues no hay ser moviente de cuatro patas que se deje en el establo y si el vecino por determinada causa no puede asistir, busca quien monte su ganado. Cuando termina la celebración, todos vuelven al lugar de partida, es ahí cuando comienzan a saltar las luminarias, una imagen digna de ver; como los jinetes atraviesan o rozan, las hogueras con gran libertad y sin miedo, donde jinete y caballo se convierten en uno solo.
Hacía las once todo se ha acabado, ¿todo?. Todo no. Ahora comienza otra parte de la fiesta: los bailes en la Luminaria del mayordomo al son de jotas, pasodobles, etc; Las chuletas... Es la hora de cenar. En cada luminaria se reúnen amigos, vecinos y familiares para comer productos de la tierra. En los rescoldos de las hogueras se prepara la cena, para quienes minutos antes, disfrutaron de la fiesta del fuego y del color, chuletas, chorizo, morcilla, panceta, pastas, etc., todo ello acompañado de limonada hecha con nuestro vino.
Después de la cena la noche continúa entre risas y jaleo en los bares y locales de ocio del pueblo, hasta altas horas de la madrugada. Es uno de los días más grandes para los habitantes de este pequeño pueblo de la provincia de Ávila y nadie se quiere perder ni un solo detalle de la fiesta, en cuanto amanece se abandona la juerga nocturna, para dar paso a la fiesta religiosa, se encienden otra vez las Luminarias para que El Santo comience su recorrido por las calles de la localidad, recibiendo el donativo de sus vecinos. Después una imagen de este, casi del tamaño natural, será llevado en hombros por jóvenes del pueblo, recorriendo las calles de San Bartolomé de Pinares.